Cerca del cauce del Guadarrama, donde Madrid empieza a perder su espesura urbanística y el paisaje se extiende en campos de encina y cereal, se sitúa esta antigua granja ganadera construida en la década de los 40 del siglo pasado. Este cortijo castellano —rehabilitado en colaboración con la arquitecta Susana Velasco— se distribuye alrededor de un gran patio central con forma de U abierta hacia el este y que ha sido (y es) residencia familiar y lugar de trabajo de sus dueños; él escenógrafo especializado en el diseño de iluminación, ella bailarina y coreógrafa. La casa de campo ahora también se ha transformado en un espacio de creación artística abierto a todo tipo de proyectos escénicos, musicales, audiovisuales…
El lugar dónde hace años habitaban las ovejas, en la parte central de la crujía oeste, ahora lo ocupa una gran sala de ensayo y creación de más de 100m². Un salón diáfano gracias a la instalación de una gran cercha metálica que sustenta longitudinalmente el entramado y la techumbre, compuesta esta por paneles de madera ignífuga y horadada por grandes claraboyas que inundan de luz la estancia. En los muros de la sala de danza se han abierto, además de un acceso al campo, grandes ventanales que derraman la luz de la tarde en el suelo de tarima.
Este espacio de trabajo se complementa con una pequeña casa de invitados que cuenta con lugares comunes de cocina y baño y con cuatro celdas privadas equipadas con las comodidades necesarias para las residencias artísticas. El retiro ocupa la esquina suroeste del conjunto y en el vértice opuesto (el que cierra el lienzo oeste) está el taller del escenógrafo para cuya rehabilitación se han empleado materiales procedentes de la construcción anterior; este es el caso del entramado artesano construido con madera rescatada en la reforma.
La puesta en valor y rehabilitación propuesta por máquina-liquen en Los Barros siempre pasó por respetar y reutilizar elementos de cerramiento y aquellas partes de la estructura que aún pudieran ser útiles. Así, en toda la construcción, conviven puertas, ventanas y lienzos de pared con grafitis y desconchones que hablan de recuerdos, con sistemas y materiales nuevos, eficientes y respetuosos con el entorno.
Para la reforma de la vivienda principal también se han descubierto los entramados y vigas de madera, eliminando el desván y convirtiendo la casa en un espacio abierto a modo de loft rural distribuido en torno a un salón con espacios de cocina, biblioteca y sala de estar y con varios accesos desde el exterior.
El proyecto lo completa la dotación de modernos sistemas de tratamiento de residuos orgánicos (con la instalación de un biodigestor), calefacción y distribución de agua.